martes, 16 de octubre de 2012


El Etanol: ¿Negocio Para Quién? 
El actual furor por el desarrollo de los llamados biocombustibles merece un análisis más prudente de todos sus componentes. Es muy probable que los resultados de la adopción de una política que fomente y haga obligatorio su uso, resulte en mayores daños ambientales y pérdidas económicas para los consumidores que terminarán enriqueciendo a los carteles cerealeros y los políticos participantes. 
por Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC

Extractando y resumiendo información de diferentes fuentes técnicas y organizaciones ecologistas que procuran evitar el daño ambiental, se puede observar que el uso futuro de los biocombustibles podría ser un nuevo Canto de Sirenas para desprevenidos contribuyentes de impuestos. Sobre todo es importante tratar de predecir cuáles serán los efectos que los bio-combustibles tendrán en la Argentina, y si realmente son convenientes para el país.
La información que presenta la organización CorpWatch, dedicada a vigilar los tremendos negociados que hacen las grandes corporaciones mundiales en complicidad con los políticos de cada país, denuncia por igual a las empresas petroleras, los carteles cerealeros, la industria automotriz, las farmacéuticas, y todas aquellas que se asocian con los políticos de turno para llevar adelante oscuros negociados que van en perjuicio de la población en general.
El tema de los biocombustibles lo trata con crudeza en su informe “El Sucio Secreto de los Combustibles Verdes”, del periodista investigador Sasha Lilley, en Junio 1, 2006 y que puede leerse completo en inglés en: http://corpwatch.org/article.php?id=13646
La gigantesca compañía de granos Daniels Archer Midland, de Columbus, Nebraska, parte del cartel cerealero mundial junto con Continental, Louis Dreyfus, Pillsbury, ConAgra, Bunge & Born, y otras que monopolizan el comercio mundial de granos, es la mayor productora de etanol de los Estados Unidos, y lo obtiene destilándolo a partir del maíz. Ha inaugurado una planta de genera-ción eléctrica para la destilación del etanol de maíz, basada en la quema de carbón, una de las formas más sucias de producir energía. Cuando se quema carbón, emite contaminantes cancerí-genos y elevados niveles de gases de invernadero relacionados con el calentamiento global.
Increíble e irónicamente, esta energía será usada para destilar etanol, dentro del programa oficial del gobierno americano para “combatir el cambio climático,” dado que el etanol es considerado por los ecologistas y el presidente George Bush como el combustible verde del futuro. La Archer Daniels Midland (ADM) también opera plantas eléctricas a base de carbón en sus cuarteles generales en Decatur, Illinois, y en Cedar Rapids, Iowa, y está actualmente añadiendo una nueva planta en Clinton, Iowa, para su destilación de etanol.
Eso no es todo. “Las plantas de etanol, y no sólo la parte que genera energía con carbón, producen una gran cantidad de contaminación,” dice Mike Ewall, director de la Energy Justice Network. “La Agencia de Protección del Ambiente (EPA) le ha caído encima a muchas plantas de etanol en el Medio Oeste por sus excesivos niveles de monóxido de carbono, metanol, tolueno, y componentes orgánicos volátiles, algunos de los cuales son reconocidos cancerígenos.”
A pesar de los intentos de mostrarse “verde” en sus envoltorios y empacados ecológicos, la ADM está ranqueada como la décima corporación más contaminante, en la lista “100 Tóxicos” del Instituto de Investigación en Política Económica de la Universidad de Massachusetts. La compañía ha sido acusada por el Departamento de Justicia y la EPA por violaciones del Acta del Aire Limpio en cientos de procesos, cubriendo 52 plantas en 16 estados. Las multas por contaminación causada por la producción de etanol son millonarias.
El Lobby Corporativo 
El lobby de la ADM estuvo por detrás del impuesto de 54 centavos de dólar impuesto a las importaciones de etanol de la caña de azúcar Brasileña, que es mucho más barato que el etanol basado en maíz de la ADM. El impuesto se remonta a 1980 cuando el CEO de ADM convenció al presidente Carter para que lo adoptase. El senador de Iowa (en la nómina de pago de ADM) declaró recientemente su propósito de bloquear cualquier intento de eliminar este impuesto sobre los combustibles verdes brasileños frente al incremento del precio del gas natural, declarando que “una eliminación del impuesto sería contraproducente para la ampliamente apoyada intención de promover las fuentes renovables de energía.”
Está ya demasiado claro para los analistas económicos que los biocombustibles son únicamente rentables gracias a los altos subsidios e impuestos que deben afrontar los consumidores. De no ser por ese motivo, no tendrían la menor oportunidad de desarrollarse, al igual que las otras fuentes alternativas de energía, como la eólica o la solar. La Oficina de Contabilidad del gobierno de Estados Unidos estima que los subsidios sólo para la industria del etanol son de 11.000 millones de dólares, que son cargados a las espaldas de la gente. Se trata de una neta transferencia de recursos del pueblo a las corporaciones.
Cuando el Maíz es Rey 
Los subsidios y los incentivos impositivos podrían tener sentido común para el público –aún cuando vayan como una catarata a los bolsillos de las corporaciones Fortune 500 como mega ganancias- pero sólo si el etanol cumpliese la promesa que sus promotores afirman: reducir de manera significativa las emisiones de gases invernadero, proteger al ambiente, y frenar el calentamiento global. Por desgracia, no hace nada de eso.
Durante años se ha debatido sobre si el etanol de maíz genera más energía que la que se usa para producirlo mediante combustibles fósiles. Alexander Farrell, de Universidad de California en Berkely, publicó hace poco un completo y profundo estudio en la revista Science, sobre la energía y la emisión de gases invernadero de diversas fuentes de etanol. Su grupo de investigación descubrió que el etanol de maíz reduce los gases de invernadero sólo un 13%, y se compara de manera desfavorable con el etanol proveniente de otras fuentes vegetales- “Nuestra mejor estimación,” dice Farell, “es que el uso actual de etanol de maíz resulta en una modesta declinación de las emisiones de gases invernadero.”
Pero la enorme cantidad de maíz que la ADM y otros fabricantes del etanol compran a los granjeros del Medio Oeste causa enormes perjuicios ambientales de muchas formas diversas. Los modernos maíces híbridos requieren más fertilizante nitrogenado, herbicidas e insecticidas que cualquier otro cultivo, causando la mayor erosión del suelo. El escurrimiento de pesticidas y fertilizantes en las vastas extensiones de praderas sembradas con maíz en Norteamérica fluyen a las aguas subterráneas y ríos hasta el Golfo de México. El escurrido de nitrógeno que fluye al Río Mississippi ha causado el aumento de algas en el Golfo que roban a los peces y otras formas de vida acuáticas del oxígeno necesario para la vida.
Para comprender los costos ocultos del etanol basado en maíz, es necesario incluir en la ecuación“los enormes, monstruosos costos de la limpieza de las aguas contaminadas en el delta del Río Mississippi y también tratar de remediar los efectos negativos del envenenamiento del golfo de México,” dice Tad Patzek, del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Califor-nia. “Estos no son efectos ambientales abstractos,” afirma, “estos son efectos que impactan al agua potable en todo el Cinturón de Maíz, que impactan también sobre el veneno que la gente consume cuando comen sus alimentos, de los diferentes pesticidas y herbicidas.” De acuerdo con el Departamento de Agricultura de EEUU, es el cultivo con mayor potencial de filtrar pesti-cidas en el agua potable subterránea.
Por último está el asunto de si es práctico reemplazar al petróleo con el etanol basado en maíz, u otros vegetales. “Hay cifras conflictivas sobre cuánta tierra es necesaria para abastecer toda nuestra demanda de energía a partir del etanol,” dice Ewall, del Energy Justice Network, “y esas estimaciones varían desde una porción de los que tenemos actualmente cultivado hasta más de cinco veces el área agrícola de los Estados Unidos.”
Breve Conclusión 
De toda la información disponible se extrae una conclusión que nuestros políticos que están a cargo de promover el uso de los biocombustibles deberían evaluar con cuidado y prudencia. Se trata de un recurso que no es “sustentable,” ni económicamente viable sin los pesados subsidios y exenciones impositivas que se requieren para que los productores tengan una rentabilidad que los impulse a iniciarse en la actividad.
Otra seria consecuencia será que el maíz que hoy es empleado mayoritariamente para alimentar ganado caballar y porcino, como aves de corral y en la industria alimenticia, subirá de precio y arrastrará consigo los precios en alimentos, con una negativa incidencia en la canasta familiar y en el índice de inflación. Este es un fenómeno que ya ha comenzado a mostrarse en Argentina. Una gran cantidad de productores de alimentos abandonarán la actividad por haber dejado de ser rentable, lo que causaría una pérdida de puestos de trabajo que no será compensada por el magro empleo requerido por las grandes plantas de etanol de las grandes corporaciones. El valor agregado de mano de obra local es ínfimo.
El gobierno se verá obligado entonces a subsidiar de manera semejante a los consumidores del maíz más caro para que puedan seguir con su aporte a la alimentación del país. Y los subsidios deberán salir de nuevos impuestos sobre algunas (o muchas) actividades, que las hará menos rentables, desequilibrando toda la estructura económica de la nación. Cuando se lanza una bola de nieve desde lo alto de una pendiente nevada, las consecuencias son fácilmente predecibles, pero siempre desfavorables.

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